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Wednesday, April 23, 2014

El Gran Cisma

 La Iglesia, universal y apostólica, empezó primeramente en Jerusalén. Podemos decir que fue la primera hija nacida de muchas hijas de la “madre” universal. Con el tiempo Jerusalén se formó parte de una “pentarquía” compuesta de cinco Patriarcas: Las Iglesias de Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Constantinopla del oriente y sola Roma en el occidente. En el siglo IV, el siglo del Concilio de Nicea (325 d.C.), el Imperio Romano estaba divido en dos pero Constantino había conquistado a todo el Imperio. Milan, Italia era el capital casi 500 km. de Roma en el lado occidente del Imperio. Unos 5 años después (330 d.C.) Constantino se cambio el capital imperial a Constantinopla (ahora Istanbul, Turquía), “la Nueva Roma”, la cual se encontraba en el oriente del Imperio. Antes del Siglo IV la Iglesia no estaba unida al estado pero algunos obispos de Roma ya habían atentado a señorear sobre las demás iglesias queriendo el título “obispo universal” y en el siglo VI algunos obispos de Constantinopla empezaron a exaltarse y competirse por primer lugar con Roma.   

 En el año 607 d.C. el Emperador Focas (en Constantinopla) nombró a Bonifacio III, el obispo/papa de Roma, “el obispo universal” sin la aprobación de la Iglesia del oriente. Gregorio Magno, el papa anterior de Bonifacio III, atacó al Patriarca Ciriaco de Constantinopla por simplemente asumir el título “patriarca ecuménico” diciendo:

 Aquel que se llama a sí mismo sacerdote universal, o desea ser llamado asi, es el predecesor del anti-cristo.

 Los inicios del cisma empezó en 607 d.C. entre la Iglesia Ortodoxa Católica del oriente y la Iglesia Romana Católica del occidente pero en el año 1054 d.C. sucedió el Gran Cisma donde oficialmente se dividieron en dos por causa de muchas razones políticas que da mareo a pensar en ellas. 

¿Quién es mi madre...? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos... todo aquel que hace la voluntad de mi Padre... ése es mi hermano, y hermana, y madre.            Mateo 12:48-50 *60 d.C.

 Los obispos, el presbiterio y los servidores (diáconos) son para administrar y gobernar a las iglesias por palabra y ejemplo. Deben ser los primeros en demostrar la humildad, la comunión, la cooperación mutua y el liderasgo servidor. Las iglesias locales son autónomas. La Iglesia de Roma, los Estados Unidos o otras iglesias extranjeras no tienen autoridad obligatoria sobre la Iglesia de Mexico. Sin embargo, las iglesias locales y regionales deben ser conectadas como un cuerpo - unidas en fe y comunión. No solo debe ver comunión económica en la misma iglesia local sino un intercambio de recursos humanos y materiales entre diferentes iglesias locales también. Roma dejó de sentir simplemente como una hermana sino se hizo como “la madre” de todas. Muchas iglesias, sea por miedo, corto de vista, escasez, problemas no-resueltos, sobrecargas o otras razones, practicamente se aislan de otras iglesias hermanas. Debemos tener comunión.

 Uno es el Padre de todo, uno el Logos de todo, y uno el Espíritu Santo, el mismo en todas partes; y una sola también es la virgen madre: me complazco en llamar a ella la iglesia... Ella es ambos virgen y madre. Esto es, ella es pura como una virgen, pero tan amorosa como una madre. Llamando a sus hijos a ella, ella amamanta a ellos con leche santa.     Clemente de Alejandría 195 d.C

 La Iglesia Universal es la madre, las iglesias locales son hermanas y nosotros como miembros, hermanos y una familia de fe. 

No puede tener a Dios por padre el que no tiene a la iglesia por madre. Cipriano 250 d.C. 

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